Incineración y resurrección

En la actualidad son muchos, incluso creyentes, que prefieren la incineración. Me pregunto, ¿han pensado en la resurrección?

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Es muy posible que quienes diseñaron la incineración, una práctica ajena a la tradición cristiana que, según el pastor Philippe Belmonte, autor del libro ¿Incineración o inhumación?, publicado por LOGOS ediciones, fueron los francmasones; tuvieran la intención de destruir el cuerpo hasta tal punto que hiciera imposible la resurrección. O, al menos, dar testimonio de que no creían en ella, dando tal fin a sus restos mortales. Pero luego se han añadido argumentos de todo tipo para hacer atractiva a la población en general la opción de incinerar los cadáveres.

En el prólogo del libro que hemos citado, el Dr. Françoise Bourgogne dice que, cuando se incinera un cuerpo, se destruye del todo el ADN, de modo que las cenizas no tienen identidad. No es lo mismo quemar un cadáver que incinerarlo. En la Biblia se encuentran algunos casos de cadáveres que fueron quemados, como es el caso de Saúl cuyos huesos fueron posteriormente enterrados. Del cuerpo quemado aun quedan los huesos que conservan el ADN; pero, del que ha sido incinerado a 3000 grados, solo quedan cenizas sin identidad.

Philippe Belmonte, aún va más allá que el autor del prólogo, y dice que en el cuerpo muerto hay una especie de “semilla” de resurrección que desaparecería con la incineración. La Biblia dice que “es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Col. 1:27). Si existe alguna semilla de resurrección es «Cristo en nosotros». La pregunta es: ¿hay algo de Cristo en un cadáver? Ese cuerpo, que según las Escrituras es un miembro de Cristo, conserva algo de Él después de la muerte, algo que luego Dios podría utilizar para resucitarlo.

No creo que podamos saberlo. Tampoco estamos seguros de que sea el ADN. Pero una cosa está clara, el cuerpo glorificado no es un cuerpo nuevo; es el mimo cuerpo que murió, resucitado y trasformado en un cuerpo glorioso. Cuando Cristo resucitó, el Padre no le dio un cuerpo nuevo. Su cuerpo de resurrección era el mismo de antes. Los agujeros de los clavos y las llagas lo atestiguan. Además, su cuerpo muerto no fue hallado. Dios no lo dio por inservible y le procuró otro nuevo, sino que vivificó el viejo por el Espíritu Santo.

La conclusión que sacamos de todo esto es la siguiente: Si bien para Dios no hay nada imposible y podría hacerle a un hijo suyo un cuerpo de la nada, su plan original es resucitar el cuerpo mortal y trasformarlo en uno inmortal. Entonces, ¿hacemos bien en obligar a Dios a usar un plan B, haciendo incinerar a los muertos?

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Un comentario en «Incineración y resurrección»

  1. Que Jesús resucitara incluso a Lázaro, su amigo, tras cuatro días en la tumba y ya con cierta descomposición, pareciera que deja el asunto de la resurrección como algo que no tiene ni presenta dificultad para Dios ni para quienes creemos en el testimonio de Jesucristo y sus discípulos. En el caso de la incineración, y por causa de la total desaparición de todo rastro material, incluso el ADN, del ser que vivió y murió con la esperanza de la resurrección mi humilde opinión es la siguiente. Creo que Dios en su infinita sabiduría, pudo prever esta posibilidad pero, ¿cómo pensar que un hecho tan destructor (la incineración) puede dejar a Dios sin la capacidad de dar vida a lo que físicamente no está? Por tanto, y por no alargar mi creencia-opinión, decalro que Dios no necesitará la materia (la misma) que formó los cuerpos que fallecieron. ¿Cómo será hecho esto entonces? No lo sé, no lo puedo saber. Pero creo que Dios no dejará de cumplir Su Promesa por muy complicado que lo veamos. Gracias

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